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Recomendaciones Violeta – Las cosas por limpiar

“Maid” o “Las cosas por limpiar” es la historia de Alex, una mujer encerrada en un ciclo de violencia patrimonial y psicológica por parte de su novio Sean con quien comparte una hija de dos años. Un día la violencia escala (como suele ocurrir con la violencia psicológica) y ella decide huir, en el medio de la noche, con su pequeña hija. A partir de ese momento vivimos a través de Alex las vicisitudes que tiene que padecer una madre con una situación económica precaria, sin mucho apoyo externo, en un mundo hostil y para nada comprensivo con su situación. En medio de este panorama, Alex consigue un trabajo como Maid, es decir, empleada doméstica, encargada de limpiar casas a domicilio, bajo condiciones de explotación y precariedad extremas que tendrá que enfrentar a lo largo del camino.

En la medida en que los capítulos avanzan podemos encontrar distintas situaciones que son emulaciones de la vida diaria y que están presentados de forma realista en la serie. Como la excesiva burocracia estatal, que aunque en papel sirve para “proteger” a los más vulnerables, termina revictimizando a las sobrevivientes haciéndolas pasar por un infierno de papeleos, diligencias y requisitos contradictorios entre sí y por ende casi imposibles de cumplir. Otro ejemplo de la vida diaria lo encontramos en el personaje de Nate, quien en contraste con el novio de Alex, se presenta como un buen hombre, sin ninguna otra intención que la ayuda desinteresada, pero que al momento de sentir que ella no va a corresponderle amorosamente (cosa que Alex le aclaró desde el día cero) él le retira su apoyo, como suele ocurrir en muchos casos de hombres que, asumiendo que la mujer que les gusta está en una situación precaria y acepta su ayuda, deben ser recompensados como si esa ayuda estuviese condicionada y fuese una transacción justa.

 

La madre de Alex merece una pequeña mención. Primero hay que rescatar el maravilloso trabajo actoral de Andie McDowell, quien en su papel de madre hippie/artista/etérea  nos despliega su arsenal actoral mostrándonos repentinos cambios de humor propios de un desbalance psicológico desatendido por años y que en la medida en la que avanza la trama nos devela a una mujer dependiente encerrada en ciclos de violencia. Este personaje tiene una esencia agridulce que nos recuerda que en muchos casos romper con el ciclo de abusos puede ser muy complicado y tardar años en ser asumido.

El personaje principal, Alex, tiene buenas dimensiones, aunque a veces podría no sentirse tan real su resistencia a recibir ayuda en determinados casos, y aquí va lo que para mí fue el punto más flojo de la serie, la romantización de la precariedad y el sacrificio. Es evidente que Alex ha pasado mucho trabajo a lo largo de su vida y que no le tiene miedo a cualquier tipo de labor que le permita poner comida en su mesa, pero la exacerbación de su “ética” bajo el discurso del “prefiero pasar hambre que robarme un pan” te saca un poco del pacto ficcional ya que indica que quien está detrás de la escritura de esas actitudes probablemente no se ha encontrado en esa situación extrema y por lo tanto lo mira con un cariz de moralidad clásica, el discurso clásico hollywoodense conservador que nunca duda en mostrar la “superación” como un aspecto individual lleno de sacrificios que siempre trae recompensas seguras si te sigues esforzando calladita y cooperativa. Mensaje ingenuo y peligroso por donde se vea.

Como nota especial podemos hablar del personaje del padre que se pinta como papá funcional y esposo devoto, padre de familia ejemplar que no entiende porqué su hija no lo quiere ni acepta su ayuda. El mismo padre que observa al novio de su hija maltratarla y no mueve un solo dedo, demostrando que para ese personaje la fraternidad patriarcal pesa mucho más que el amor que pueda tener por su hija.

La historia tiene un montón de tela para cortar, y representa muy bien las situaciones de violencia como algo en lo que se puede caer con mucha facilidad, mostrándonos que nadie entra a una relación abusiva por voluntad propia, sino que son situaciones que se van dando de manera paulatina, casi imperceptible y que los abusadores se presentan como personas funcionales, encantadoras y adorables, no como monstruos caricaturescos.

En líneas generales esta serie es una gran recomendación, para aquellos que quieran comprender un poco más a profundidad cómo funciona el ciclo del abuso y las formas tan distintas en las que las mujeres pueden lidiar con ello. Nos pone en contraste la necesidad de políticas públicas mucho más sinceras y expeditas para ayudar a las mujeres en esta situación, así como lo necesaria que es una comunidad de apoyo cuando estás en una situación de violencia y lo difícil que puede ser en un mundo en donde el capitalismo se erige por encima de todo, en especial de los cuidados y de la vida.

Victoria Alen / Tinta Violeta

 

Victoria Alen | Feminista, escritora, correctora, investigadora en formación continua y miembra de Tinta Violeta.

 

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