Con esta expresión aludimos a una disposición y a una serie de acciones especializadas que ponemos al servicio mujeres, adolescentes, niñas y niños sobrevivientes. Estas acciones incluyen junto a la contención emocional, la escucha activa, cálida, sin juicios ni culpabilización. Asimismo, incluye el reconocimiento de sus potencialidades para la conducción de la ruta que les colocará a salvo y les permitirá superar la violencia y vivir una vida digna. En fin, nos referimos a nuestra forma organizada y colectiva de reconocer la dignidad inherente a toda persona que sobrevive a la violencia.
El acompañamiento amoroso se construye desde la comprensión de la serie de fenómenos en torno a la VbG, como por ejemplo, el espiral o círculo de la violencia, que muchas veces ocasiona el retroceso y miedo paralizante de la persona sobreviviente. También implica comprender las dimensiones de la violencia: desde la violencia estructural o patriarcal hasta la violencia machista, que tienen siempre incidencia, en mayor o menor medida, en la experiencia particular de cada persona o grupo familiar que se nos acerca.
Desde marzo 2020, cuando formalmente se declara el estado de cuarentena a propósito de la pandemia mundial por Covid-19, constatamos el incremento de llamadas y solicitudes de apoyo. Nos dimos cuenta que no era posible detener el proceso de acompañamiento y que las condiciones de aislamiento empeoraban la violencia machista, incrementando los episodios y la intensidad de las agresiones.
Este informe da cuenta de esta primera etapa, que no estuvo carente de improvisación ante la necesidad de adaptarnos a una nueva realidad. Vale mencionar entre estas “respuestas inmediatas”, que la mayoría de las acompañantes prestaron sus líneas telefónicas personales y, como parte del voluntariado Mayell Hernández, atendieron, respondieron preguntas, escucharon a cualquier hora del día a decenas de mujeres y adolescentes que estaban sufriendo alguna forma de VbG. Sin importar la incertidumbre colectiva y de sus propias vidas, acompañaron amorosamente.
Al cierre de este informe muchos han sido los aprendizajes que nos han permitido optimizar estos procesos de acompañamiento. El propósito de esta sistematización es dar cuenta de nuestros hallazgos en torno a la VbG, ponerla a disposición de otras organizaciones, investigaciones y de los órganos del Estado competentes en la materia, para, entre otros fines, aportar a la generación de políticas públicas
La información estadística que se plasmará en el siguiente capítulo constituye una fuente de información primaria recopilada por las propias integrantes de Tinta Violeta, mediante la aplicación de un protocolo que incluye la captación y el registro de datos. La fuente es, entonces, un registro de los datos que han aportado las propias mujeres que han padecido violencia.
Con la llegada de la pandemia en el año 2020, Tinta Violeta comenzó a registrar de forma regular y sistemática las solicitudes que recibía principalmente a través de las líneas telefónicas. Es así como la organización comenzó a llevar un registro sin mayores pretensiones que las de tener un control de su gestión.
Sin embargo, al depurar y procesar la data, se ha generado una información que merece ser resumida, estudiada y divulgada, con el fin de mostrar cifras que dan cuenta de realidades significativas, derrumbar mitos, hacer visibles formas de violencia que suelen pasar inadvertidas, y justificar la necesidad de que el Gobierno tome decisiones y acciones a favor de los derechos humanos de las mujeres.
Los datos expuestos a continuación fueron obtenidos de primera mano y se presentan por primera vez. Han sido recogidos sistemáticamente, a través de procedimientos regulares y metódicos, de manera que pudieran ser usados para su análisis y divulgación. Esperamos que sean aprovechados por parte de quienes investigan, se interesan por los derechos humanos y toman decisiones que transforman positivamente la realidad.
La información abarca los casos atendidos desde marzo del año pasado (cuando fue declarada la pandemia y en Venezuela comenzaron a tomarse medidas de bioseguridad) hasta marzo del presente año. En ese horizonte temporal se registraron en la base de datos 369 mujeres que, en muchos casos junto a sus hijas, hijos o familiares, fueron víctimas de violencia basada en género.
De marzo 2020 a marzo 2021 Tinta Violeta registró:
662 personas víctimas de violencia machista.
En esta cifra están incluidas 369 mujeres que contactaron a la organización, así como 293 niños, niñas y adolescentes que también fueron impactados por la violencia.
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Las 369 mujeres en situación de violencia contactaron a Tinta Violeta desde los siguientes estados de Venezuela y con la siguiente distribución:
Anzoátegui: 11
Apure: 3
Aragua: 12
Barinas: 6
Bolívar: 10
Carabobo: 8
Cojedes: 2
Delta Amacuro: 1
Dtto. Capital: 186
Falcón: 4
Guárico: 3
La Guaira: 2
Lara: 14
Mérida: 4
Miranda: 67
Monagas: 3
Nueva Esparta: 3
Portuguesa: 2
Sucre: 2
Táchira: 2
Yaracuy: 2
Zulia: 17
68,6% DTTO. CAPITAL Y MIRANDA
Así mismo hubo 3 casos provenientes de Colombia y 2 que no indicaron su ubicación
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Todas las formas de violencia son violencia
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79% VIOLENCIA MÚLTIPLE O CRUZADA:
Además, 292 mujeres (de un total de 369) reportaron ser sujetas de varias formas de violencia a la vez.
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Atención con la Violencia Vicaria
De marzo 2020 a marzo 2021 Tinta Violeta registró:
+ de 67 niñas/niños o adolescentes afectados
La violencia vicaria es una calamidad patriarcal que también está presente
en Venezuela, por lo tanto, debe ser incluida en la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida
Libre de Violencia.
38 mujeres (10% del total de las atendidas en Tinta Violeta) sufrieron violencia vicaria, afectando también a 67 niñas, niños o adolescentes.
Es importante notar que el porcentaje de violencia vicaria es mayor al de otras formas de violencia que sí están incluidas en la Ley.
¿De dónde proviene la violencia?
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Además, de las 369 mujeres atendidas, 46 eran menores de 18 años. Lo que representa un 12%.
En 66 oportunidades (18%) la persona no manifestó su edad, y en 257 casos (70%) la victima era adulta.
En las niñas o adolescentes, se encuentra que la forma de violencia prevalente corresponde a la violencia sexual con 59%, seguida por la violencia psicológica con 54% y por la física con 39%.
Por último, 17% sufrieron violencia institucional, lo que indica una revisión urgente del funcionamiento de los Consejos de Protección y las instancias del Sistema de Protección Integral de Niños, Niñas y adolescentes.
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Más de la mitad de las mujeres (55%) que acudieron a Tinta Violeta reportaron ser agredidas por su pareja o ex pareja
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Un gran porcentaje de mujeres no se atreve a denunciar
Detrás de las 176 mujeres que no se atrevieron a dar el paso de poner la denuncia, se pudo constatar un miedo visceral que las paralizaba.
Lo primero que hay que entender es que una mujer que sufre violencia por lo general ha estado sometida a un largo proceso en el cual el maltratador ha socavado su autoestima y ha impedido que ella tenga una red familiar y social con la cual protegerse. El deterioro psicológico en esos casos llega a inhibir la posibilidad de vislumbrar salidas a su situación y tomar decisiones
Entonces el miedo es un complejo entramado que involucra el terror a las reacciones y represalias del maltratador que, no solo amenazan su integridad sino muchas veces la de sus hijas, hijos o familiares, así como también el temor a no ser creídas o comprendidas por los órganos receptores de denuncia, sobre todo en los casos en que no hay pruebas de violencia física. También temen perder a sus hijas o hijos, a no tener medios económicos para enfrentar la vida, y a ser culpadas socialmente o revictimizadas por contar su intimidad y haber aguantado una relación tóxica.
No Data Found
El denominador común en todos los casos es un miedo paralizante, que se logró superar en 170 oportunidades en que las mujeres, después de un proceso de fortalecimiento dado por el acompañamiento amoroso de las voluntarias de Tinta Violeta, sí tomaron la decisión de denunciar.
La violencia psicológica representa el mayor porcentaje de violencia reportada (81%), seguida de la violencia física (45%).
En la violencia psicológica se incluyeron el acoso y el hostigamiento, así como las amenazas.
La violencia económica y patrimonial es un mal presente.
El 29% de las mujeres reportaron ser víctimas de conductas activas u omisivas, que directa o indirectamente ocasionaban daños o limitaciones al disfrute de sus bienes, propiedades o patrimonio.
Por nuestra experiencia en acompañamiento a mujeres violentadas sabemos que les cuesta revelar las violencias sexuales que les han infringido. Sin embargo, los datos muestran una cifra alarmante.
La violencia sexual fue reportada en un 25% de oportunidades. Incluyendo en la categoría el acoso sexual, el acceso carnal violento, la prostitución forzada y la esclavitud sexual.
La violencia institucional es un problema que persiste en los órganos receptores de denuncia de Venezuela.
13% de los casos incluyeron este tipo de violencia.
La violencia vicaria es una calamidad patriarcal que también se presenta en Venezuela, por lo tanto, debe ser incluida en la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
10% de las mujeres sufrieron a causa de la violencia que otros dirigieron a sus hijos, hijas o personas queridas con el fin de manipularlas o dañarlas. Este porcentaje es mayor que el registrado en otras formas de violencia que sí están incluidas en la Ley.
El acoso informático es el fenómeno que principalmente se registró bajo la categoría de violencia mediática con un 4%.
Durante la pandemia, la violencia obstétrica y ginecológica no dejó de estar presente.
2% no es un porcentaje bajo si consideramos que se trata del trato deshumanizado y cruel por parte del personal de salud a las mujeres que acudieron, en algún momento de su gestación, a los centros de salud.
La violencia casi siempre es un huracán de magnitud creciente y se manifiesta de forma cruzada, es decir, de múltiples formas a la vez.
El 79% (es decir 292 mujeres) fue sujeta de varias formas de violencia.
El 12 % de las mujeres que acudieron a Tinta Violeta eran niñas o adolescentes.
En ellas, la violencia con mayor prevalencia fue la violencia sexual con un 59%, seguida de la violencia psicológica con 54% y de la física con 39%. Asimismo, el 17% de las niñas y adolescentes atendidas sufrió violencia institucional, lo que indica una revisión urgente del funcionamiento de los Consejos de Protección y las instancias del Sistema de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes.
Más de la mitad (55%) de las mujeres que acudieron a Tinta Violeta reportaron ser agredidas por su pareja o expareja.
Asimismo, El 3 % de los agresores eran el padre o padrastro de la víctima, el 19% eran otros familiares masculinos, el 16 % era uno o varios desconocidos, el 7% hombres del vecindario y el 1% compañeros de trabajo. También es importante señalar que en el 1% de las oportunidades las mujeres reportaron que la violencia provenía de algún funcionario público de los mismos órganos encargados de atender su denuncia
El 48% de las mujeres no pusieron formalmente la denuncia.
Detrás de estas 176 mujeres que no se atrevieron a dar el paso de poner la denuncia, se pudo constar un miedo visceral que las paralizaba.
El miedo es un complejo entramado que involucra el terror a las reacciones y represalias del maltratador que, no solo amenazan su integridad sino muchas veces la de sus hijas, hijos o familiares, así como también el temor a no ser creídas o comprendidas por los órganos receptores de denuncia, sobre todo en los casos en que no hay pruebas de violencia física. También temen perder a sus hijas o hijos, a no tener medios económicos para enfrentar la vida, y a ser culpadas socialmente o revictimizadas por contar su intimidad y haber aguantado una relación tóxica
Al Ministerio Público y los demás órganos receptores de denuncias
Al Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género (MinMujer)
A la Defensoría del Pueblo y al Instituto Autónomo Consejo Nacional de Derechos (Idenna)
Al Ministerio del Poder Popular para la Salud conjuntamente con MinMujer • Fortalecer el Plan Nacional sobre Parto Humanizado.
Al Ministerio del Poder Popular para la Planificación
Al Instituto Nacional de Estadística
Organización feminista autónoma defensora de los Derechos Humanos de las mujeres, las niñas, niños, adolescentes y las personas LGBTIQ+.