Desde el pasado 12 de mayo, feministas venezolanas y residenciadas en este país caribeño participamos en la Escuela Feminista Berta Cáceres, un espacio virtual de la Marcha Mundial de Mujeres en el que hemos compartido reflexiones y experiencias de nuestros territorios con compañeras provenientes de diversos países del continente Abyayala.
Este nuevo curso de la Escuela Feminista Berta Cáceres cuenta con tres módulos, los cuales son facilitados a partir de pedagogías del poder popular y la educación transformadora. Así, quienes participamos en esta escuela virtual, mediante el uso y empoderamiento de las nuevas tecnologías, reflexionamos en el primer módulo sobre la imbricación de los sistemas de opresión. Compartimos conocimientos en cuanto a la explotación ecológica, sociocultural, económica, simbólico-mediática y opresión de los saberes que padecemos las mujeres y las disidencias sexuales; con los variados impactos que estas opresiones tienen en nuestros territorios.
Algunas dudas que surgieron en el módulo I y durante la primera clase de nuestro segundo módulo (economía feminista) se refieren a ¿cómo se devela, cada vez más, la contradicción capital/vida? ¿La relación entre capital y patriarcado? y cómo vivimos la flexibilización laboral en medio de la aceleración tecnológica y acumulación de capital. ¿Cuál es el papel de los feminismos en este contexto de opresiones múltiples e imbricadas? Es una pregunta generadora que aún intentamos, juntas y juntes, responder.
Para Belén Navarro, integrante de la delegación venezolana y perteneciente a la Colectiva Las Yerbateras, la Escuela Feminista Berta Cáceres es un lugar para adquirir nuevos conocimientos sobre la construcción del feminismo latinoamericano, especialmente en lo respecta a la economía feminista. Ella, quien es argentina actualmente residenciada en Venezuela, nos comenta que “las feministas venezolanas pueden aportar desde su experiencia de resistencia y ofensiva ante los poderes hegemónicos que sostienen el patriarcado en Latinoamérica”.
Por su parte Yoseglis Cabrera, militante de Calistenia Cultural y Las Yerbateras, le da mucho gusto poder vincularse con hermanas feministas de otros países, desde la sororidad y las luchas que nos encuentran a todas. “Más allá del pensum de la formación, lo más interesante de la Escuela es conocer las realidades de otras compas, cómo han unificado fuerzas y cómo les ha costado construir sus feminismos. Cuando estamos en las dinámicas grupales, podemos conocernos, interactuar y conectarnos a partir de los propios procesos históricos de cada país”, resaltó Yoseglis.
Por parte de quien escribe este artículo, coincido plenamente con mis queridas compañeras Belén y Yoseglis: lo más importante de este proceso formativo ha sido la interconexión sororal, espiritual, de saberes y luchas contra el patriarcado y el capitalismo en su etapa neoliberal. Sin dejar de mencionar las místicas, que realizamos en las sesiones de la Escuela Feminista Berta Cáceres, porque son estas las que nos retornan a la palabra original, nos regresan a la raíz, nos reconectan con las que ya no están, para así continuar en resistencia y re-existencia.
Laura Cano, perteneciente a Tinta Violeta y Marcha Mundial de Mujeres Cap. Venezuela
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