background-tinta

¿Las protagonistas de la revolución?

En distintos espacios de debate político informal, así como en artículos de opinión y otras formas escritas de producción de conocimiento, se ha repetido la idea de que las mujeres en la revolución bolivariana somos protagonistas de los procesos políticos. Esta aseveración se hace con una contundencia que pareciera no tener lugar a dudas, como si fuese un hecho concreto, algo palpable y por demás que puede ser percibido por cualquiera en el país. Para apoyar esta tesis se suele argumentar que en las estructuras del Poder Popular UBCH, CLAP, Consejos Comunales, el porcentaje de participación de las mujeres es muy superior a la participación masculina, y cuando no, están más o menos pares en número. Este dato, cierto o no, es la base sobre la que se monta la aseveración anterior: “las mujeres son protagonistas en nuestra revolución”. Ahora, yo me pregunto ¿es eso realmente cierto? No pongo en duda la cantidad de participación femenina, eso, me parece, que sí es más o menos indiscutible, sin embargo, ¿esa participación de base significa automáticamente que estamos “protagonizando” un movimiento político nacional?

Pongámoslo en contexto. En una empresa trabajan 150 trabajadores, quienes son los encargados de motorizar todos y cada uno de los procesos, llevando nómina, cargando cajas, escribiendo reportes, realizando análisis, haciendo entrevistas. Por su parte, los jefes, 3 socios mayoritarios, se encargan de pagar los salarios más los otros gastos asociados a la empresa y son los que toman las decisiones que afectan directamente el futuro inmediato de las 150 personas que laburan en esa compañía. En este esquema ¿se podría decir que los trabajadores son protagonistas de la empresa? ¿Qué ellos son, de hecho, quienes tienen la batuta a la hora de tomar decisiones?

Otro ejemplo: Cuando las mujeres gringas y europeas salieron a las calles masivamente a ocupar los cargos dejados por los hombres durante los conflictos mundiales que afectaron la primera mitad del siglo XX, la propaganda global hablaba de emancipación e igualdad al ser las mujeres quienes se encargaran de tareas tradicionalmente asociadas a los hombres. Se le llamó revolución, y con ello aparecieron carteles y poster de mujeres “empoderadas” vestidas con bragas de trabajo y demás. Cierto es que posterior a ese periodo las mujeres se dieron cuenta de que sus habilidades eran tan buenas como las masculinas y que por ende debían recibir la misma remuneración (una lucha que sigue vigente), sin embargo, esta “revolución” creó otro fenómeno, ahora conocido como “la doble jornada laboral”. ¿Qué significa esto? Que las mujeres, ahora no solo tenían que atender el hogar, los hijos, a los enfermos y los ancianos de sus familias, sino que también tenían que salir a trabajar a la calle, realizando funciones “productivas”, pero sin que esto significara que en el hogar su carga fuese menor, es decir, se le agregó responsabilidad.

Con el ejemplo anterior lo que quiero demostrar es que, si no se modifica la estructura cultural desde la raíz, los cambios que se vayan generando seguirán siendo superficiales y de bajo impacto para la vida de quienes las políticas públicas pretenden ayudar. Un diseño de proyecto que no contemple mejoras en la salud, el transporte, la alimentación, la seguridad, la remuneración económica, la vida política asamblearia, la toma de decisiones colectivas y el protagonismo político será frívolo y por ende fútil para la finalidad real, que las mujeres tomen las riendas políticas de sus vidas y puedan influir de forma directa en la manera en la que se diseñan los proyectos que afectan sus vidas.

Esta discusión se hermana un poco con otra que tuvimos en el país hace unos pocos años, la paridad política. ¿Es paridad política tener a la misma cantidad de mujeres que hombres en un espacio parlamentario? ¿Es eso suficiente para considerar que se ha hecho algo “a favor de las mujeres”? Sería tan ingenuo como decir que porque Obama fue presidente los negros en Estados Unidos ya no son perseguidos por razón de su raza, o porque Bachelet fue presidenta de Chile se acabó el machismo en el país sureño.

Las mujeres en la revolución sí han sido un factor fundamental de movilización, protección y logística en los espacios del Poder Popular, son ellas quienes motorizan muchas veces a sus comunidades, quienes organizan las estructuras, quienes se quedan hasta altas horas de la noche sacando las cuentas para pagarles al camión del CLAP y quienes se comunican con el resto de los habitantes de su sector para que se organicen en las jornadas que se realizan, pero ¿significa esto que, mientras ellas están en esos menesteres hay alguien ocupándose de sus chamos, haciendo la comida, limpiando la casa, cuidando al enfermo, colgando la ropa y administrando los realitos para el mercado del domingo? ¿O es que además de trabajar en la calle y trabajar en la casa ahora también tienen que trabajar para la comunidad? Ciertamente muchas lo hacen de buena gana, lo hacen porque creen, lo hacen por Chávez, por su comunidad, por la revolución, eso nadie lo pone en duda, lo que yo me pregunto es lo siguiente ¿está bien utilizar ese amor, esa entrega, como artificio discursivo para decir que las mujeres son protagonistas de procesos en los que ellas no toman ninguna decisión real ni tienen injerencia en su diseño? ¿Se les ha preguntado si ellas preferirían avena en vez de leche mexicana en las cajas? ¿Se les ha preguntado si les llegan los productos de higiene y cuáles productos necesitan ellas de forma diferenciada? ¿Alguien sabe el estado de salud de esas mujeres entregadas a estas estructuras? En mi Consejo Comunal no. “La estructura” informa, con un par de días de antelación, que van a llegar, les entregan “lo que hay” y con la misma se van. Entonces, yo me pregunto ¿las mujeres somos realmente protagonistas de la revolución? Es hora de dar el debate.

Victoria Alen

Tinta Violeta

Victoria Alen | Feminista, escritora, correctora, investigadora en formación continua y miembra de Tinta Violeta.

 

Etiquetas: Sin etiquetas

2 Responses

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *